Por- Deborah E. Arús Rosado, MD
Especialista en Medicina de Familia.
Ante los recientes eventos en los que unos 75 agentes de la policía tuvieron que ser desarmados por haber
sido acusados de violencia de género, sumado al reciente asesinato en Lajas de una mujer por parte de
su ex-compañero teniente de la policía, nos vemos obligados a reaccionar.
La violencia familiar es reconocida como un problema de salud pública de proporciones epidémicas.
Desde 1989, cuando se creó la Ley 54, conocida como la ley para con la prevención e intervención con
la violencia domestica, no se ha logrado contener este mal social.
Es preciso educar a la población en general y a los proveedores de salud sobre esta ley. La misma
establece que ocurre violencia de género cuando hay maltrato hacia la esposa/esposo, ex-esposa/exesposo, persona con quien se ha convivido o persona con quien se sostiene o se ha sostenido una relación
consensual íntima. La persona agresora utiliza su conducta violenta para obligar a su víctima a obedecerle
y no se preocupa por el efecto de sus actos. Su conducta tiende a repetirse cada vez con más fuerza. Algo
que comienza con un insulto o un empujón, podría terminar en asesinato.
La ley establece 5 tipos de delito:menosprecio, limitación al acceso y manejo de bienes comunes,
chantaje, vigilancia constante(llamadas y textos cuestionando dónde y con quién está),
aislamiento(agresor no permite que su víctima esté con ciertas personas), privar a la pereja de alimento,
amenazarle de privarle de la custodia de sus hijos y romper objetos importantes para la pareja. La ley es
mas amplia incluyendo las condiciones que empeoran el maltrato. Estas incluyen: grave daño corporal,
maltrato frente a niños, amenaza con un arma de fuego, obligar a pareja a drogarse y maltrato despues
de una orden de protección. Agresión sexual, restricción de la libertad y maltrato a su vez a un menor se
define como maltrato agravado.
El hecho de que estos eventos de violencia de género no se hayan podido contener en nuestro pais, nos
hace cuestionar la existencia de un plan serio y efectivo de nuestro gobierno y su Departamento de Salud
con el fin de erradicarlos. Si bien es cierto que existen entidades como la Coordinadora para la Mujer y
la Casa Protegida Julia de Burgos, dedicadas a apoyar a las víctimas, igual reconocemos como urgente
entrar a las escuelas y educar a nuestros niños y jóvenes sobre el tema. Muchos de ellos ya han visto a
sus adultos “resolver”sus problemas utilizando la violencia. , por lo que podríamos esperar ellos repitan
este patrón aprendido. Sería bueno ver que los programas de entrenamiento a médicos, enfermeros,
maestros y policías incluyera en su currículo un curso completo sobre la prevención, identificación y
manejo de casos de violencia de género. Educación siempre ha sido la clave para lograr cambios
significativos en la sociedad que nos alberga.